La Violencia Escolar .......
Violencia Escolar
La semana pasada fui objeto de acciones violentas por un grupo de alumnos del colegio donde hago un reemplazo. Junto con sentirme fatal, volví a preguntarme ¿qué está pasando?, ¿es un fenómeno actual o ha ocurrido siempre?, ¿es que la violencia en las aulas está de moda?
Hablar de violencia lleva inevitablemente a plantearse, el porqué de este fenómeno, que parece estar convirtiéndose en una pandemia. En los últimos estudios, las cifras son alarmantes acerca de violencia en la calle, la violencia en la casa, y la violencia en la escuela (acoso escolar o bullying).
Una de las primeras dificultades a las que nos enfrentamos al comenzar a analizar los fenómenos de violencia en la escuela, es la de la imprecisión en el lenguaje. En efecto, no podemos considerar dentro de la misma categoría un insulto u otra falta más o menos leve de disciplina que, por ejemplo, un episodio de vandalismo o de agresión física con un arma. No obstante, existe una clara tendencia en la opinión pública a «meter todo en el mismo saco» y a entender, de manera simplista, que se trata de manifestaciones distintas de un mismo sustrato violento que caracterizaría a los niños y jóvenes de hoy. A pesar de ello, puesto que muchos fenómenos no pueden considerarse propiamente como violentos, es más inclusiva y adecuada la expresión de comportamiento o conducta antisocial en las escuelas.
La disrupción en las aulas constituye la preocupación más directa y más importante de los docentes. Su proyección fuera del aula es mínima. Cuando hablamos de disrupción es referido a las situaciones de aula en que tres o cuatro alumnos impiden con su comportamiento el desarrollo normal de la clase, obligando al profesorado a emplear cada vez más tiempo en controlar la disciplina y el orden, ya que gravemente interfiere con el aprendizaje.
Las faltas o problemas de disciplina en forma de conflictos de relación entre profesores y alumnos, suponen un paso más en lo denominado disrupción en el aula. En este caso, se trata de conductas que van desde la resistencia o el «boicot» pasivo hasta el desafío y el insulto activo al profesorado.
El término «bullying», de difícil traducción al castellano, se emplea para denominar los procesos de intimidación y victimización entre estudiantes. Se trata de procesos en los que uno o más alumnos acosan e intimidan a otro a través de insultos, rumores, vejaciones, aislamiento social, motes, etc. Este maltrato intimidatorio puede tener lugar a lo largo de meses e incluso años, siendo sus consecuencias devastadoras, sobre todo para la víctima.
El vandalismo y la agresión física son ya estrictamente fenómenos de violencia; en el primer caso, contra las cosas; en el segundo, contra las personas.
Otros dos fenómenos típicamente escolares que también podrían categorizarse como comportamientos antisociales, son: el absentismo y el segundo cabría bajo la denominación de de «prácticas ilegales”; esto es, copia en las pruebas y de trabajos o tareas, recomendaciones y tráfico de influencias para modificar las calificaciones de los alumnos, y una larga lista de irregularidades que hacen del centro escolar una auténtica «escuela de pícaros».
Estos distintos niveles de «gravedad», presentan dos modalidades de comportamiento antisocial: visible e invisible. Así, la mayor parte de los fenómenos que tienen lugar entre alumnos, resultan invisibles para padres y profesores; la disrupción, las faltas de disciplina y la mayor parte de las agresiones o el vandalismo, son bien visibles, lo que puede llevarnos a caer en la trampa de suponer que son las manifestaciones más importantes y urgentes que hay que abordar, olvidándonos así de los fenómenos que hemos caracterizado por su invisibilidad.
Es interesante conocer a qué actores de la comunidad educativa preocupa más o menos cada una de las categorías de comportamiento antisocial; mientras que a los profesores les preocupa y les afecta de manera especial la disrupción y la indisciplina; a los padres, a la Administración educativa y a la opinión pública les afectan mucho más los episodios, supuestamente aislados, de violencia física y de vandalismo; los alumnos, por su parte, están más preocupados y más afectados por los fenómenos invisibles de bullying y extorsión.
En todo caso, lo cierto es que, sabemos bastante poco acerca de los distintos fenómenos que se agrupan bajo la denominación de comportamiento antisocial. A veces incluso da la impresión de que sobre este tema están más interesados y saben más los periodistas que los educadores. Hay que admitir que en educación no se ha prestado suficiente atención a las relaciones horizontales entre los alumnos como parte o elemento fundamental de su experiencia escolar y, en concreto, de su aprendizaje de la convivencia.
(continuará)


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